Hernán Dobry

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27 marzo, 2021

“Estoy más cómodo actuando que en la vida”

“Lo primero que sentí cuando Claudio Tolcachir me ofreció hacer la Máquina de Turing fue miedo y para mí eso es un buen indicativo. Normalmente, cuando un personaje me asusta por algo es señal de que no lo he hecho muchas veces. En ese sentido, dije: ‘lo tengo que hacer precisamente porque siento que no sé muy bien cómo es’”, afirma el actor Daniel Grao en el programa “Voces y memorias” por Eco Medios AM 1220.
Pese a su larga experiencia sobre los escenarios y en la pantalla de cine y televisión, pisar las tablas le sigue produciendo esa misma sensación de ansiedad del primer día, incluso después de haber recorrido buena parte de España con esa obra.
“Cinco minutos antes de salir digo ¿por qué? ¿qué necesidad tengo? Ruedo mis series y mis películas ¿por qué estoy aquí? Ese vértigo antes de salir a escena es incomparable, no tiene nada que ver con el rodaje, es otra cosa – destaca -. El rodaje me estimula mucho también, pero, por otro lado, no es como esta cosa de para qué me pongo en esta tesitura a mí mismo, y encima voluntariamente, si no me están obligando”.
A lo largo de su carrera, ha interpretado numerosos personajes, especialmente, en televisión y cine tanto en su Cataluña natal como en el resto de España y en el exterior. Sin embargo, le llevó varios años sentir dentro suyo que era un profesional de la actuación.
“A mis 30, poco después recibir la noticia de ir a hacer una serie a Madrid, considero que empecé la carrera de verdad. Ya había tenido esos primeros años para acostumbrarme a la industria y porque a partir de ahí no paré. Eso te da como cierta solidez. Desde allí, sentí que mi profesión era esta y que quería seguir creciendo – recuerda -. Hubo algo interno que se tensó un poco y que no acabé de disfrutar en mis primeros años. Esos primeros trabajos eran más de vez en cuando, pero me sirvieron para ir tranquilamente sabiendo lo que es un rodaje de verdad, qué puedes preparar en casa y qué llevar investigado y hecho”.
Si bien de niño era extrovertido y solía subirse a los mostradores a contar chistes, imitar a políticos, cuando llegó a adolescente se fue tornando cada vez más tímido y ni se imaginaba que la actuación podía llegar la carrera que elegiría. Sin embargo, cuando concurrió a las primeras clases de teatro con Nancy Tuñón, su vida cambió para siempre.
“En la época en la que era buen estudiante, de niño, me fascinaba la medicina, la ciencia y soñaba quizás veterinario, médico, pero no tenía ninguna fijación. Hubo algo entre el niño y el adolescente en la que, de alguna manera, algo se quebró. En mi época adulta, recuperé a este niño – destaca -. Los tres primeros años en la escuela, fueron muy inmersos en esa especie de laboratorio personal, ir conociéndome. Estaba alucinando tanto y tan agradecido con haber encontrado algo transmutador. Me llegó en una época que no era la mejor de mi vida anímicamente y de mí de mi entorno familiar y, de pronto, descubrí una especie de herramienta en lo artístico y creativo donde eso es útil, donde todas esas vivencias, esa incomodidad y ese sufrimiento a veces era útil y era gasolina para el trabajo, para los personajes. Esos primeros años se basan tanto en uno que para mí fue casi terapéutico”.
A partir de allí, nunca paró de actuar y en los veinte años que lleva como interpreté a descubierto en su profesión no sólo su vocación sino, también, la forma de relacionarse y exteriorizar sus sentimientos.
“Estoy más cómodo actuando que en la vida. Muchas veces, se cree que la actuación es como la falsedad, la mentira y creo que es cuando soy más honestos. Hay una zona de seguridad, unos parámetros en los que estás protegido y puedes bucear lo profundo que tú quieras en esa emoción, en ese comportamiento, hay una parte de ti que sabe que luego se va a acabar – concluye -. Quizás por eso me atrevo más, voy más a fondo y, además, estoy obsesionado con la verdad. Como actor, siempre busco ser lo más veraz posible, que lo que esté experimentando el personaje en la mayor medida lo pueda sentir o acercarme a eso. En la vida, me cuesta más, incluso en las relaciones que no son con gente de relaciones muy profundas. Me pongo tímido, sin embargo, en teatro, me da igual si hay 800 personas, mejor, me vengo arriba”.
Daniel Grao comenzó a estudiar teatro con Nancy Tuñón y en sus clases lo descubrió Esteve Rovira quien lo llevó a trabajar en la telenovela española, “El cor de la ciutat”. A partir de allí, ha alternado sus papeles en televisión y el cine, para luego ingresar en el mundo del teatro.
En la pantalla chica, ha participado en “Temps de silenci”, “Hospital Central”, “El asesino del parking”, “Amistades peligrosas”, “Amar en tiempos revueltos”, “Sin tetas no hay paraíso”, “La sonata del silencio”, “La catedral del mar”, “Gigantes”, “Promesas de arena”, “Perdida”, “HIT”, entre otras.
En cine, ha actuado en películas como “El asesino de los caprichos”, “El árbol de la sangre”, “Animales sin collar”, “La piedra oscura, “Julieta”, “Acantilado”, “Palmeras en la nieve”, “La mula”, “Volverás” y “Casa de locos”.
En teatro, ha protagonizado obras como “Ilusiones”, “La piedra oscura”, “Emilia”, “La avería”, “Voces póstumas”, “A escasos metros”, “Es desde aquí que miro la luna” y “La máquina de Turing”.

Para revivir la entrevista que le realizó Hernán Dobry al actor Daniel Grao en su programa “Voces y memorias”, que se emite por Eco Medios AM 1220 los martes a las 20, hacer clic en los banners.

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