Hernán Dobry

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25 octubre, 2021

“Me hice cantor profesional de tango porque me obligaron”

Es difícil transitar a través del barrio genital de la música urbana, el tango, dejando señal de su paso, de la impronta de su presencia, y el calibre de su arte. Sin embargo, hay paradigmáticas personalidades que lo han logrado, que han hecho tabla rasa del lodo abismal de la historia del género e impreso un suceso pasional y fecundo, que ha quedado en la memoria colectiva como un rasgo único y particular. Ricardo “Chiqui” Pereyra es uno de esos casos únicos.

Mario Dobry: Si dijera: “Esa colombina puso en sus ojeras humo de la hoguera, de la hoguera de su corazón. Aquella marquesa de la risa loca se pintó la boca al besar un clown”, ¿qué te induce a pensar?
Ricardo Pererya (RP):
Justamente es la base y el por qué estoy aquí. Me hice cantor profesional de tango porque me obligaron. Estaba en mi provincia, Río Negro, haciendo música con otros compañeros, folclore, Serrat, bossa nova, pero como no como cantor principal. Los grupos de antes de folclore utilizaban las voces bajas para provocar la armonía de las otras. Yo no figuraba, no canté mucho en mi vida. Cuando me trajeron acá, me dijeron que me tenía que quedarme a cantar y me pidieron que hiciera un tango. En un cabaret de mi pueblo, había escuchado un cantor de Buenos Aires y me gustó eso de la colombina, son amores que nacieron y terminaron quizás en la noche de carnaval, y me aprendí la primera estrofa. Cuando vine acá me dijeron: “bueno, vas a cantar” y les respondí que solo me sabía una estrofa y me vuelvo a Río Negro. Ahí, existió en la trampa, me trajeron a Armando Pontier y a Roberto Grela al departamento de la agencia que me manejaba, los vi con ojos de tipo del interior, diciendo: “¿quiénes serán?”. Se presentaron y me preguntaron si los conocía, y les dije que sí. Les mentí. “Bueno, usted tiene que cantar”. Pero, no quería ser cantor de tango y tampoco quedarme, porque desconocía todo, no era mi paisaje. Entonces, les dije: “No sé como cantar, nunca canté solo”. Se dieron vuelta, miraron a mi representante y le dijeron: “este pibe dice que nunca cantó” y mi representante les respondió: “No, se la va a rebuscar. Pontier me dijo: “Hijo querido, usted dentro de once días tiene que grabar un disco”. ¿Yo? ¿por qué?, no sé los tangos. “Agarremos una lista, lo voy guiando con el bandoneón. Una de las primeras cosas que hicieron Armando y Roberto fue tomarme el registro y la tesitura de la voz. No sabíamos hasta dónde llegaban los puntos más altos de la voz, lo que son los agudos de un tenor. Armando me escuchó y me dijo: “Usted vaya hasta un re, lo toca y se va, no se quede”. Me llevaron a “Grandes Valores”, canté con la orquesta de “Pajarito” Calderado y Armando Pupo. Luego, me fui a un hotel cerca de Congreso, estaba en pleno mundial y aprovechando la confusión no dormí esa noche y me volví a Rio Negro.

MD: No me digas…
RP:
El gallego del hotel dijo “se volvió a su casa”. He sido muy afortunado en esta profesión, le agradezco a esta gente que me obligó a ser cantor de tango. Descubrí así otra poesía más allá de la que traía. Me encontré con Homero Manzi, Espósito, Discépolo. En once días, me tuve que aprender las letras de los tangos, me llamaron a la pecera que es donde estaba el control y el productor artístico me dijo: “Bueno pibe, vamos a grabar”. Me quedé parado: No sé qué es eso, nosotros en el sur no tenemos ni televisión, ni estas cosas. Pontier, nuevamente, puso su mano sobre el hombro y me dijo: “Venga hijito querido”. Bajamos a una sala grandísima, había una luz con un micrófono y auriculares, me explicó: “Eso se lo va a poner acá y va a cantar”. Lo miré y le pregunté: ¿No trajo músicos, maestro? Se rio y respondió: “No, ya grabé. Usted póngase esto acá y me voy a quedar enfrente suyo sin hacer ruido, cuando empiece la orquesta usted canta”. Así, fue mi debut en el tango, por primera vez fui a un canal de televisión a cantar, entré a un estudio de grabación y grabé con 14 músicos y con Pontier.

MD: Esto último es desopilante…
RP:
Es cierto y la verdad que si lo preparás quizás no sale.

Hernán Dobry (HD): Además, muestra las diferencias tecnológicas entre el interior y Buenos Aires que hoy quizás es más cercana…
RP:
Ignoraba totalmente, por eso me paré al lado de la consola y me dijeron: “¿Qué hacés parado?”. Es que no sé qué tengo que hacer. No sabía. Cuando me llevé el primero impacto de la orquesta, miré en la lista cuál era el primer tango que me habían puesto y era “Confidencias”.

MD: Un tangazo impresionante.
RP:
El primero.

MD: Me hace acordar, que la primera vez que lo escuché tenía 19 años. Fui con mi viejo y adelante se puso un cantor, con un sombrero con una pinta, a entonarlo. Me quedé duro, era Vidal.
RP:
El “Negro” Vidal, también me llevó alguna vez a una crítica de cantores de esa época, me dijeron: “Usted es un irrespetuoso, no puede cantar eso que es un éxito del Negrito Vidal”. Como no contestaba nada, mi representante dijo: “Estos tienen que crecer, los tangos no pertenecen a un solo cantor. ¿Lo cantó el pibe?, bienvenido sea. Nadie le puede poner un cierre a que esto ya está hecho”. Nosotros hemos sido tan atrevidos de seguir cantando los temas de Carlos Gardel, cantores de mucha talla, con los cuales con el tiempo tuve amistad, se dieron cuenta que no venía a robar. El ignorante pisa las piedras cuando camina sin darse cuenta. Grabé eso porque me lo habían preparado ellos, estaba todo armado por la gente que me manejaba. Siga el corso recién apareció en el segundo disco que saqué, después todo eran sorpresas para mí.

Si querés ver o escuchar la entrevista completa que le realizaron Hernán y Mario Dobry al cantante Ricardo “Chiqui” Pereyra en su programa “Letras y corcheas”, que se emite por Eco Medios AM 1220 los jueves a las 22, hacé clic en los banners.

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