Hernán Dobry

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4 abril, 2022

“Todos mis poemarios tienen un hilo conductor que es un autor específico que lo define”

Todo relato literario impone la presencia implícita del relator, es como en la física de partículas, para verlas se introduce la luz que a su vez modifica su estado. Es decir, el relator modifica el estado de los acontecimientos con su sola presencia y, luego, su relato estará teñido por la intensidad de su sentir.
Ante los hechos reales el relator, añadirá una cuota imaginaria de lo que nunca ha sido y probablemente nunca será. Será lo conjetural de su relato lo que añadirá riqueza de matices y a su vez lo alejará de la veracidad de los aconteceres. Nada es lo que está siendo observado, sino la fina trama de la mente que lo piensa. Sandra Pien es una perspicaz poeta, dueña de una encomiable capacidad literaria de relato poético.

Mario Dobry (MD): ¿Qué te llevó a tejer los 9 cantos, ese delirio imaginario que distes en llamar Miborges.com?
Sandra Pien (SP):
Miborges.com es un libro misterioso, como todos los de poemas. Lo interesante es que lo escribí en una semana. Ese año Borges hubiera cumplido 100 años y parece mentira, pero sentí ese llamado de comunicarme con su obra. Siempre me interesó su obra, a tal punto de que sentí que de haberlo leído toda la vida tenía que desprenderme de alguna manera. Entonces, en ese aniversario redondo, que Borges también se reiría de eso, porque se rio cuando se murió su mamá y todos le dijeron: “Bueno, no llegó a cumplir los 100”, y dijo: “Caramba, que fijación con el sistema centesimal”. A mí, ese centenario de su nacimiento me llevó a querer escribir algo. Es un libro de poesía extraño, porque en realidad está escrito a la manera de los antiguos textos en cantos, que tenían que ver más con la oralidad que con la escritura. Entonces, están hilvanados esos 9 cantos como 9 noches, que son las nueve noches y días que Borges estuvo en un estadio de coma. Se remonta a un pequeño argumento que tiene ese libro, que tiene que ver con que Borges, en ese verano 1938, ya estaba disminuido en su visión y vivía en una casa Pacheco y Pueyrredón y subiendo unas escaleras anchas había un ventanal de hierro y se lo llevó por delante y se hizo un tajo, se abrió profundamente la cabeza. Luego, se le desarrolló una septicemia, porque lógicamente en 1938 no había antibióticos. Así que se pasa nueve días en coma, los médicos no tenían mucha esperanza de que sobreviviera a esa infección general de todo el cuerpo. Tomo ese periodo, a esos nueve días los transformo en nueve cantos a través del símbolo y del número mágico que es dantesco. Entonces, voy a acompañarlo a Borges en ese limbo, en ese lugar. O sea, transformó ese hecho histórico de él en lo que para mí fue un encuentro en un lugar de onírico con Borges.

Hernán Dobry (HD): Todo lo que contás lleva una investigación muy grande que después tenés que plasmar en los poemas que componen Miborges.com, ¿Cuál fue el método en los otros libros?
SP:
Miborges.com tiene un hilo conductor y todos mis libros de poemas, mis poemarios, tienen un hilo conductor que es un autor específico que lo define a ese libro. El primero que muy pocos lo conocen se llama “La fiesta del ser”, estaba vinculado con la obra de Fernando Pessoa, el portugués. Luego, le va a seguir “Mascarón de proa”, que tiene como advocación a Pablo Neruda y los mascarones de proa y la imagen metafórica de lo que significa. Claro que ya no hay más allá del hilo conductor y de la vocación del poeta que me convoca para esa obra. Ya no va a haber un poemario completo, como este de “Miborges.com”. Y luego qué más le sigue.

MD: Papel mojado…
SP:
“Papel mojado” no está editado y tampoco “Intemperie”, son dos inéditos.

MD: Hay algo que me interesó particularmente en “Miborges.com”: El relator no solo es importante por llevar la obra, sino que también se introduce y a veces actúa entre los personajes de su obra. En el caso tuyo, de los nueve cantos, hay un juego como de tres roles del relator, el que observa la escena, Borges hablando con su madre, Borges meditando, el Borges que se te mete a vos, te posiciona y te hace hablar a través de una ensoñación tuya, o sea el relator poseído y, por último, el relator que narra su propia cosmovisión de lo que está viendo ahí. O sea, hay tres planos de relato en la poética, que a lo último, en el último canto, Borges desposee al que tenés adentro tuyo para hacerte que te transfigures y vayas a donde vayas se abran los caminos. ¿Cómo fue que configuraste esta idea poética de poder llevarlo adelante con estos nueve estadíos?
SP:
Tiene que ver con la obra de Borges, él establece este mundo laberíntico en el que se desdobla en el yo, se desdobla en el otro. Cuando hablás de relator, en realidad querés decir narrador. Sé a lo que te referís. En poesía, se llama “yo lírico”, tiene que ver con la persona que escribe, que expresa su emoción, finalmente un poema es una emoción contada. Es otro tipo de material literario, más vinculado con la sonoridad. En este poemario, establezco esos planos vinculados justamente con la obra de Borges y los temas borgeanos: el laberinto, el otro, la diversidad de lo que es y lo que no es a la vez. Por eso, puedo permitirme estos distintos planos y recorrer, además, todas las temáticas que le interesan a Borges. Al principio, recordarás que él está en Ginebra, después en su adolescencia estudiando con su amigo Abramovich, después pasa por los otros planos donde establece su vínculo con el lenguaje, se despoja del lenguaje, luego la ceguera, luego hasta el final de sus días con María Kodama. En fin, paso por toda la vida y su obra, hasta el último de los cantos, en el que Borges me dice: “Siga su camino, porque hasta aquí la acompañé”. Me pasaron cosas curiosas escribiendo este poemario. Primero me faltaban los dos poemas finales del primer canto, que dice exactamente: “soy peregrino, repite voz y destino de mortal”. Me faltaban esos dos versos, tenía una necesidad tremenda, tenía mis dos chicos más chiquitos, el más chico tenía siete años, estaba con una febrícula, tenía que buscar un medicamente. A dos o tres cuadras en Rivadavia y Medrano había una farmacia, en ese momento me cayeron esos dos versos, llegué y estaba desesperada, no tenía ningún papel o ningún lápiz para anotarlo. Entonces busqué en los bolsillos y tenía los boletos de colectivo de ese momento, era un papel blanco, como un papel fotostático, como eran los fax. Llegué a la farmacia y pedí una birome, para que no se me vayan, prestame aunque sea. Después, me pasó otra cosa curiosa. Por eso, digo que es mágico, es como si Borges me lo hubiese dictado. Parece una locura decir esto, pero es totalmente diferente del resto de mis libros. En el último de los cantos, hablo de que Borges me entrega una flor amarilla. Desconocía que el único color que podía mirar en el arco de su ceguera era el amarillo, por mejor vibración. Esto me lo contó un poeta, me dijo: “¿Vos sabés lo que pusiste ahí al final?”. Por eso, digo que es muy particular este poemario para mí.

Si querés ver o escuchar la entrevista completa que le realizaron Hernán y Mario Dobry a la poeta Sandra Pien en su programa “Letras y corcheas”, que se emite por Eco Medios AM 1220 los jueves a las 22, hacé clic en los banners.

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