“Me di cuenta de que la clase de problemas que podía atacar y resolver en matemática cualquier otro podría hacerlos, mientras que los libros que me interesaba escribir, nadie los va a hacer”, afirma el novelista Guillermo Martínez en el programa “Voces y memorias” por Eco Medios AM 1220.
Este descubrimiento lo hizo luego de haberle dedicado buena parte de su vida, tras haberse recibido de licenciado en matemática en la Universidad Nacional del Sur, doctorarse en lógica en la Universidad de Buenos Aires y realizar estudios posdoctorales en Oxford.
“Los resultados que podía encontrar en matemática, también por mi propia falta de profundidad, podían hacerlos otras personas – explica -. Esa profesión tiene algo un poco cruel: mientras uno avanza en la resolución de los problemas cercanos te quedan otros más difíciles y uno tiene la opción de empeñar el resto de su vida en resolver los que quedan dentro de un área o cambiar. Pero eso también requiere muchos esfuerzos, ya que son otras herramientas y maneras de pensar, etc.”.
Fue en medio de ese dilema cuando Martínez escribió “Crímenes Imperceptibles”, sin siquiera soñar en que se convertiría en su obra consagratoria ya que fue traducida al inglés y vendió 170.000 ejemplares en Gran Bretaña y fue llevada al cine con el título “Los crímenes de Oxford”.
“Tenía una presión entre la matemática y la literatura, sobre todo porque no podía dedicarle demasiado tiempo a escribir. Cuando uno tiene un trabajo remunerado tiende a pensar que primero está ese. Los tiempos para los libros eran las vacaciones – destaca -. Sabía que tenía que encontrar una manera de cambiarlo si quería convertirme en escritor y, a la vez, soy muy lento. Se me iban acumulando en mi lista de espera temas de cuentos y novelas. La decisión importante la tomé cuando volví de Inglaterra, donde estuve dos años en un postdoctorado”.
Si bien lleva doce libros publicados, Martínez sostiene que tiene un ritmo lento de trabajo, no sólo a la hora de redactar los textos, sino también por su propia exigencia que lo lleva a tomarse su tiempo para realizar las correcciones, lo que ha hecho que su obra se menos prolífica.
“Cuando termino un libro es de las felicidades más grandes de mi vida. Más allá de que a veces siento que podría en ese libro hacer algo más. Siempre tengo una sensación de haber escalado una montaña inmensa – explica -. A mí, me gusta mucho escribir como quiero, soy de corregir obsesivamente, me tomo más o menos un año para cada libro. Terminarlo me da una alegría como pocas cosas en la vida. No soy de los escritores que sufren al escribir, pero hay un elemento de angustia, pensar que no me va a salir”.
Si bien ha escrito novelas y cuentos, los años de profesión lo han llevado a desarrollar su propio un método, que ya tiene automatizado, para decidir qué tipo cuál será el formato que adoptará el texto.
“Si se me ocurre un cuento, se me ocurre el final y el momento de torsión, cuando aquello que se le presenta al lector con cierta lógica de lo cotidiano, de lo realista, de pronto se va a torcer de otra manera para dejar ver lo que yo llamo el acto de ilusionismo literario. Hay algo de las leyes de la ficción que sobrepasa y desborda las leyes de lo real estricto – concluye -. En mis cuentos, hay bastantes bordes que tienen que ver con lo fantástico, la locura, lo exacerbado. Esa torsión me aparece como idea previa, como si viera ya algo. Cuando se quiere denostar al cuento clásico se habla de la voltereta, donde revela algo que va a sorprender de alguna forma hacia el final. A mí me gusta ese efecto, me resulta similar a lo que ocurre en el acto de ilusionismo. Así que en mis cuentos siempre hay algo que no se sabe al principio y aparece en el final, aunque no sea una sorpresa del tipo conejos que salen de la galera”.
Guillermo Martínez es oriundo de Bahía Blanca, estudió matemática en la Universidad Nacional del Sur, se doctoró en lógica en la Universidad de Buenos Aires y realizó estudios posdoctorales en Oxford. A su vez, participó de un taller de Liliana Heker en sus primeros años en la Capital Federal.
En la actualidad, es colaborador de los diarios La Nación, Clarín y Página/12 y dicta cursos de narrativa en la Maestría en Escritura Creativa de la UNTREF. Además, es aficionado al ajedrez y al tenis.
Uno de sus cuentos, ha sido publicado en The New Yorker y su novela “Crímenes imperceptibles” ha sido llevada al cine por Alex de la Iglesia, y su relato “Una madre protectora”, se convirtió en la película “El hijo”, de Sebastián Schindel.
Entre sus libros, se encuentran “Infierno grande”, “Una felicidad repulsiva”, “Acerca de Roderer”, “La mujer del maestro”, “Crímenes imperceptibles”, “La muerte lenta de Luciana B”, “Yo también tuve una novia bisexual”, “Los crímenes de Alicia”, “Borges y la matemática”, “La fórmula de la inmortalidad”, “Gödel para todos” y “La razón literaria”.
Durante su carrera, obtuvo numerosos reconocimientos como el primer premio del Fondo Nacional de las Artes, el Planeta de Argentina, el Mandarache, el Diploma al Mérito de los Premios Konex, el Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez, el Nadal de Novela y el Milovan Vidakovic.
Para revivir la entrevista que le realizó Hernán Dobry al escritor Guillermo Martínez en su programa “Voces y memorias”, que se emite por Eco Medios AM 1220 los martes a las 20, hacer clic en los banners.
Dejá un comentario