Alejandro Soifer parece tener siempre un truco más escondido bajo la manga que le ha permitido cambiar el hilo conductor que une a sus novelas y tomar rumbos insospechados. Su nuevo libro, “El camino del Inca”, aún inédito, vuelve a romper con ese esquema que había creado con sus policiales “Rituales de sangre” y “Rituales de lágrimas”, tal como lo había hecho con Sangre por la herida.
En una entrevista exclusiva con el programa “Letras y corcheas”, que se emite por Eco Medios AM 1220 los jueves a las 22, el escritor argentino cuenta las razones que lo llevaron a esto y los nuevos proyectos en los que está trabajando.
Mario Dobry (MD): ¿En qué consiste el interés, casi morboso, que muchos tenemos por las conjuraciones, los rituales, las sectas y las confabulaciones que son parte del arte del cuento policial y sobre todo, en los que abrevás en tus libros para dejarnos a nosotros casi pasmados?
Alejandro Soifer (AS): Lo bueno es que generé sensaciones, como sentimientos. A mí, me interesan siempre los fanatismos, es algo con lo que me cuesta mucho relacionarme, con sentimientos de fanatismo por cualquier cosa. Tengo mis cosas por las cuales soy más vehemente, pero nunca llego a niveles de fanatismo o si lo hago es momentáneo y se me pasa rápido. Siempre me interesaron las cuestiones que implican fanatismo, gente haciendo cosas que de otra manera serían, quizás, impensadas. Entonces, a partir de ahí llegué a mi estudio sobre los Lubavitch, porque me interesaba ver cómo gente que quizás estaba alejada de eso podía terminar haciendo un cambio en su vida tan radical y distinto. En base a eso, me interesé por sus rituales y sus cosas y el estudio del todo el movimiento jasídico y de distintas cuestiones históricas me fueron alimentando el interés por estas cosas. También, no me acuerdo, pero creo que lo leí después de haber terminado con mi libro, un hecho muy terrible en Corrientes, que se llama el caso de Ramoncito. Hay un libro periodístico de Miguel Prenz, que se llama La misa satánica y es espeluznante. Si te parece que lo mío te dejó mal, eso es terrible porque sucedió de verdad y me pareció tremendo. No recuerdo ahora si lo leí cuando había terminado con mi libro o después, pero para el segundo o tercero las otras cosas que escribí fue una influencia grande y me interesó. Supongo que de ahí viene todo esto.
MD: ¿El fanatismo es alguna forma de ampararnos para poder superar sus debilidades o es una forma de fomentar una estructura de visión del mundo casi paralela a la visión de Dios del mundo, pero fatal?
AS: Creo que algo tiene que haber. La gente encuentra en situaciones de fanatismo quizás una comunidad con todos otros fanáticos que están relacionados con eso, que es un poco lo que exploré en mi libro “Que la fuerza te acompañe”, sobre el fanatismo de la cultura pop. Creo, también, que da respuesta, es tranquilizador. En un punto mencionaste la religión y, salvando las distancias, son formas de pensar que tienen muchos puntos de contacto: te provee algo en lo cual refugiarte cuando no sabés a dónde ir o con quién buscar refugio, te da una ocupación, ya sea un hobbie o un interés particular en algo (el fanatismo por un equipo de fútbol). Te articula la vida. Curiosamente, me interesa el fanatismo, pero no soy fanático, pero cuando estoy con un tema es como que me nubla todo lo demás, como que me pongo muy fanático de eso. Entonces, por ejemplo, cuando escribí un libro estaba fanatizado con ese tema y era en lo único que pensaba. Ahora, estoy fanatizado con mi tema de tesis que tiene que ver, más o menos, pero no tanto y, así, voy saltando de fanatismos. No me quedo con ninguno muy fuerte, porque es un sentimiento que puedo entender, pero lo siento como que va y viene. Por eso creo que me genera tanto interés.
Hernán Dobry (HD): Escribiste “Rituales de sangre” y “Rituales de lágrimas” y parecía que encontrabas un equipo para la saga de los rituales o del equipo, como cada escritor de policiales tiene su investigador (acá parecía que fuera un grupo). De repente, lo abandonaste todo, entraste a la versión 1.5 con “Sangre por la herida”, te metiste en el personaje de la Iguana Quiroz, ya no como investigador, sino como matón o guardaespaldas y en el próximo libro, que todavía no salió, que es “El camino del Inca”, los abandonás absolutamente a todos y te vas a la historia del narcotraficante ¿por qué esa decisión de romper con ese lugar que habías encontrado para irte por las ramas de la historia hasta que, finalmente, llegaste a un lugar del que no sé si podés continuar o encontrar una nueva rama?
AS: Es interesante lo que me estás señalando. Me pasó que cuando escribí “Sangre por la herida”, en realidad, tenía una idea, me había obsesionado: pensar en el guardaespaldas de un pastor de la Iglesia Universal, o sea, otra vuelta con el tema de la religión, en donde iba a pasar lo que ocurre en el comienzo de la novela: le iban a encargar que se deshiciera de un cuerpo. Toda la novela la había pensado en el auto, lo que le va pasando al tipo mientras maneja. Empecé a pensar es y la primera dificultad que encontré era que no podía extenderme tanto en el auto, no tenía tanto material en mi cabeza para escribir lo que quería y, después, dije: tengo un personaje que puede funcionar acá ¿por qué tengo que empezar de cero? Ahí, decidí: voy a traer a este personaje de Quiroz que me es útil y lo llevé por ahí. “El camino del Inca” fue una cosa también de pensar: este personaje de Ayala tiene un pasado superinteresante que merece también ser contado, cómo llegó acá. Es una novela bastante distinta de las otras, tenía la idea de coquetear un poco con el tema de la narconovela, que es un tema que me interesa mucho. En la Argentina, hay algunas narconovelas, pero no es un género que haya tenido la expansión que tiene en Colombia o México. Me interesó eso y pensarlo como esas películas de los ‘80, medio absurdas y exageradas. Quise jugar con esos términos y ahí quedé. Tengo prometida también una conclusión de la saga principal que mucha gente me lo viene pidiendo. Sé que lo tengo que escribir, pero no sé cuándo voy a poder. Me van surgiendo otras ideas. Desde que estoy acá (Toronto), me surgieron ideas de dos o tres libros que quiero escribir, que no tienen nada que ver con esto: una ciencia ficción distópica, otra que sería algo así como más autobiográfica de unas cosas que me parecen interesantes de los años ’90. Encima, antes de venir, tenía a medio cocinar una novela juvenil, que era un género que me interesaba explorar y nunca la terminé. La tengo que terminar porque está buena.
Si querés ver o escuchar la entrevista completa que le realizaron Hernán y Mario Dobry al escritor Alejandro Soifer en su programa “Letras y corcheas”, que se emite por Eco Medios AM 1220 los jueves a las 22, hacé clic en los banners.
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