Francisco Pesqueira es un artista multifacético. Y todo lo hace con la misma pasión, energía y calidad. Puede pasar de representar una pieza de teatro en los principales teatros de Buenos Aires, a cantar el más variado repertorio o a escribir, producir y dirigir una obra y a componer un poemario, al que considera su testamento.
En una entrevista exclusiva con el programa “Letras y corcheas”, que se emite por Eco Medios AM 1220 los jueves a las 22, cuenta cómo fue el proceso de redacción de los textos que fueron reunidos en su libro y disco doble, “Dame la mano”.
Hernán Dobry (HD): ¿Quién sos?
Francisco Pesqueira (FP): Soy un laburante. Esa palabra me define y me gusta. Agradezco profundamente a la vida que me haya costado todo tanto, porque ahora que ha pasado el tiempo, tengo 50 años, y me reconozco mucho en el espejo y siento mucho orgullo del niño que fui, porque estaba plagado de miedos, porque había que romper muchos estandartes. En el mundo en el que me crié: el de Córdoba, el de un colegio religioso, el de deportistas, yo amaba a los poetas, me la pasaba hablando de García Lorca, amaba a las actrices de los teleteatros y me sabía los elencos del cine de memoria. Todo lo que me gustaba estaba a años luz de poderse concretar. Entonces salí. Hoy canté a la tarde para la gente La Balsa, del grupo Los Gatos, de Litto Nebbia y me fui a navegar por mis cosas. Si me tengo que definir, la primera palabra que me surgió sin pensarlo es laburante. Me siento un obrero, un albañil de lo que hago.
Mario Dobry (MD): ¿Qué ha significado para vos este libro, que lo has presentado con toda la pompa?
FP: Una de las cosas que pasaron es que siempre me adelantó un poco. Soy un poco visionario. El sábado pasado canté Depende, de Jarabe de Palo, poco después falleció su líder. No sé si es intuición o de vivir siempre en carne viva que uno termina teniendo una gran percepción. Cuando empecé a armar este proyecto, que no solamente es el libro, sino que es un disco doble donde le hago un homenaje a 30 poetas, de Ramón del Valle Inclán a Atahualpa Yupanqui pasando por Eladia Blázquez, por Pablo Neruda, que grabé con Víctor Heredia. Con Sandra Luna, una amiga en común, hicimos a Saramago y, a Galeano, con Susana Rinaldi. Le decía a la gente en la presentación: quiero dejar un testamento. Me decían: cómo decís testamento. Es una palabra ligada a la muerte. No es así. No hace falta morirse. Acababa de estrenar una obra con muchísimo éxito, que escribí, que se llama “Bájame la lámpara”, que era un encuentro imaginario entre las mucamas, secretarias y asistente de Alejandra Pizarnik, Alfonsina Storni e Idea Vilariño, hecho por cuatro artistas extraordinarias. Estábamos festejando el año en cartel y me voy al baño y, no voy a entrar en detalles para no convertir este programa radial en una película de Steven King, pero arranco un problema mío de salud, derivado en un montón de capítulos que termina con una biopsia, que finalmente da bien. Sin querer estuve dialogando mucho con el miedo, con la muerte, con el dolor y ese libro fue anticipadamente como un diario de destino por si algún día faltaba, porque conté todas las cosas en las que creo. Posee mi poesía, mis noches solitarias y acompañadas, mis domingos a la mañana escribiendo en un bar, mis padres y el recuerdo a ellos, la evocación a mi hermano, a mi sobrino, a mis grandes amigos y mis poemas a los poetas. Después, en el disco, está reunida gente que admiro de toda la vida: Norma Aleandro, escucharla decir a Lorca. Se terminó armando más que un hecho artístico, un hecho de una gran contundencia en mi vida toda. Por eso, el libro plasmado en esa presentación significa mucho más de lo que pueda decirte y sigue siendo un testamento. Quien lo agarre, lo tome, ya sea el libro, por un lado, el disco por el otro, no te puedo explicar el trabajo que fue armarlo. Tuve una gran amiga que me ayudó en toda la producción y, también, otra gente que fue apostando para que ese disco se puede hacer, sin ningún tipo de subsidio. Todo fue hecho con la generosidad de la gente que cree en lo que yo hago.
MD: ¿Qué es para vos ser un poeta y la poesía?
FP: Es la elevación. Ya que hablábamos de la palabra, creo que el poeta es aquella persona que en vez de decirte: alcanzame el mate, de otra manera: acércame aquello que tiene que ver con mi cuna o aquello que tuvo alguna vez la aspereza de las manos de mi madre. La poesía es aquello que deja de lado lo que puede ser redundante o absolutamente puro y le pone la impronta de lo alado, de lo energético ligado a lo espiritual. Para mí, el poeta es un ser espiritual. Siempre lo tomé, y esto alejado absolutamente de cualquier intelectual, porque me he cuidado toda la vida de ser uno, porque siempre he tratado da que mi corazón predomine sobre la razón. El poeta ha sido un ser que me ha amparado, porque justamente es el gran libro de autoayuda, aquel que nos acerca al amor, el que nos retrata la muerte. Elegía, de Miguel Hernández, es un retrato más contundente del amor de un amigo a otro amigo: “Yo quiero ser llorando el hortelano”, “besarle la noble calavera”. Es una declaración de amor tan intensa, que ya deja de lado el dolor que conlleva la muerte de un amigo para hacer la evocación inmortal del amor por un ser, que no es mi hermano, ni padre ni mi madre: es un amigo. Entonces, existe un libro o un poema más grande que ese amor por un amigo que Elegía. El poeta es el gran salvador.
Si querés ver o escuchar la entrevista completa que le realizaron Hernán y Mario Dobry al actor y cantante Francisco Pesqueira en su programa “Letras y corcheas”, que se emite por Eco Medios AM 1220 los jueves a las 22, hacé clic en los banners.
Reportaje extraordinario a un eximió artista, con una sensibilidad profunda, que le brota a cada instante de su corazón y la expresa en sus obras: ya sea actuando, cantando, escribiendo o en su vida diaria con sus amigos, con todos los que hemos tenido la oportunidad de encontrarnos con él. Destaco nuevamente la calidad de los entrevistadores como la del contenido de las respuestas.