Describir el equilibrio y consecuentemente el desequilibrio de los cuerpos en movimiento, ha sido tarea ímproba de la física y los anales del conocimiento del hombre. Transcribir esos fenómenos, que hace al mundo de los objetos y las cosas, al de la sensibilidad humana, ha sido el rico legado que nos ha dejado y nos deja la filosofía, la psicología, y el resto de las ciencias sociales.
Transmitir esos conocimientos, muchos de ellos nacidos de la observación y apreciación de los sentires, es tarea compleja del entendimiento, más si se lo intenta a través de la música y de la oralidad de un piano fecundo de notas y silencios.
El pianista Adrián Placenti ha tenido la osadía de desgranar en rítmica y armonías, el extraño mundo del equilibrio y desequilibrio de las emociones del espíritu del hombre, en su último álbum “Minimal Piano Tango”
Mario Dobry (MD): ¿Qué es el equilibrio y el desequilibrio para vos?
Adrián Placenti (AP): Lo voy a definir en sí mismo. Es tan necesario uno como el otro. Trato de llevarlo a la vida: es un ida y vuelta. La vida es un ida y vuelta. Es muy rico transitar por los dos andariveles. Está obra que hicimos apunta a lugares profundos, a cierta cosa existencial. Es tan necesario que aparezca el equilibrio como el desequilibrio en mi forma de verlo, en esos momentos donde todo se mueve. Tuvimos un año pasado muy difícil donde todo se movió y mucho, entonces vienen los replanteos, las osadías, los momentos de prueba y de intentar. Después se crece y, ahí, vienen los momentos más reposados donde se puede cosechar parte de eso que hubo. El interrogante y los distintos estados de ánimo que nos llevan a preguntarnos y a sentirnos sobre la cuerda floja son parte de nosotros. Estamos siempre en busca del equilibrio, pero necesitamos el desequilibrio. Además, eso viene con un gusto sabroso. Algunos prefieren transitar la cuerda floja y otros buscan lugares de equilibrio.
Hernán Dobry (HD): ¿ Cómo se plasma eso en la composición?
AP: El arte funciona con tensiones y reposos. En una película, te ponen una música de drama, después aflojás, la trama te lleva a ese nudo donde se va a resolver. El hecho artístico mantiene el interés por este juego. En el caso particular de esta obra, de esto que escribí y a lo que le di forma, fue algo que venía gestando, tiene que ver con estos opuestos que todos sentimos en la vida. Surgió el año pasado, en septiembre, me puse a escribir y en un mes la terminé. Fue un año de mucho replanteo e incertidumbre. Me lo figuré en mi cabeza en un aspecto muy barroco, claro-oscuro, opuestos, antagonismo. Cuando empecé a escribir la música, primero quise ponerme a arreglar tangos tradicionales para piano, música de 1920, los arreglos y la música eran buenos, pero siempre escribo, me sale la necesidad de expresarme a través de mi propia música. Empecé a poner en los dedos esto que me iba pasando y se me venían estas ideas ligadas a cierta idea minimalista. Por eso, lo terminé llamando “Minimal Piano Tango”, son las tres patas del proyecto, el piano, el minimalismo y el tango. Se me vinieron ideas por ese lado y tangueras a su vez. Son, además, dos ideas muy distintas. Todo arte transmite sentimientos, lo que pasa es que el artista lo entiende según la época y su sentir es de una manera u otra. Mozart sentía pasión y la expresó de una manera distinta a la de Wagner. Aunque los dos sintieran el mismo amor, lo volcaron de otra manera, con su estética. En el arte minimalista, se utilizan otros recursos. En general, no hay exabruptos, hay una cuestión lavada, muy sugerido. Un lema dice “menos es más”. El tango es, en cambio, una música muy expresiva y romántica, está muy manifiesta, y esto planteó un opuesto como propuesta a la hora de combinar. Empezaron a aparecer las obras, rápidamente me apareció como abordar las armonías y melodías. Después, surgieron obras que estaban planteando algo que no estaba, pero deseaba, estos momentos de equilibrio: seguridad, un deseo, una añoranza. A su vez, comenzaron a aparecer deseos más inquisidores y vehementes. Todo se fue plasmando en estos contrapuestos, luces y sombras, desde el propio lenguaje musical hasta las dos obras en cinco números con distintos estados de ánimo. Una persona, que lo había escuchado, lo definía como acuarelas, distintos estados de ánimo, como pinceladas, y me gustó. Así fue saliendo todo esto, rápidamente, en un mes y medio lo terminé de armar.
Si querés ver o escuchar la entrevista completa que le realizaron Hernán y Mario Dobry al pianista Adrián Placenti en su programa “Letras y corcheas”, que se emite por Eco Medios AM 1220 los jueves a las 22, hacé clic en los banners.
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